En lo que se esperaba sería un evento multitudinario, la proclamación de Evo Morales en El Alto terminó siendo una pintoresca feria de barrio. Con la asistencia de aproximadamente 500 personas, entre los cuales destacaban militantes del Movimiento Al Socialismo del Chapare (#MAS) y una variopinta selección de comerciantes locales, el encuentro dejó mucho que desear en cuanto a la grandiosidad prometida.
Bajo un cielo y un ambiente festivo que contrastaba con las aspiraciones políticas, los asistentes se congregaron en una sola cuadra. La convocatoria, que en otros tiempos habría desbordado plazas y avenidas, se vio reducida a una modesta y colorida muestra de la realidad actual de la posición del exmandatario. Los discursos y consignas se mezclaban con el aroma de los tradicionales antojitos callejeros, haciendo del evento una curiosa combinación de mitin y mercado.
Los líderes evistas, con la entereza y el entusiasmo que los caracteriza, no se dejaron amedrentar por la baja afluencia. Con discursos apasionados y promesas de un futuro brillante, Evo Morales y sus seguidores hicieron lo mejor para mantener el espíritu en alto. Sin embargo, la escena no dejaba de tener un aire nostálgico, una reminiscencia de días pasados donde la fuerza de Morales parecía imparable.
Entre banderas azules y pancartas, los comerciantes aprovecharon la ocasión para ofrecer sus productos, convirtiendo la proclamación en una inesperada oportunidad de negocio. Desde artesanías hasta comida rápida, el evento se transformó en una animada feria, donde la política y el comercio se encontraron en una danza peculiar.
Esta curiosa mezcla de mitin y mercado deja una lección importante: la política, como la vida, está llena de sorpresas, y a veces, la proclamación de un líder puede tener sabor a feria.
